El presidente estadounidense Donald Trump recibió este jueves en la Casa Blanca a los presidentes de Ruanda, Paul Kagame, y la República Democrática del Congo, Felix Tshisekedi, para firmar un acuerdo de paz que él ayudó a mediar. El evento tuvo lugar en la sede del Instituto de Paz de EE.UU. en Washington, recientemente rebautizado en su honor tras ser reabierto la víspera de la firma después de haber estado cerrado al principio de su mandato. Paralelamente, Trump intensificó en los últimos días sus ataques racistas contra Somalia, calificando al país africano de «basura» y afirmando que «casi no cualifica como país», mientras enfrenta crecientes acusaciones de crímenes de guerra relacionados con una campaña militar contra narcolanchas.
Los acuerdos incluyen dos tratados bilaterales que otorgan a Estados Unidos acceso a minerales críticos en la región. Trump celebró los pactos asegurando que ha acabado con ocho guerras y prometiendo prosperidad económica para ambos países africanos. «Les va a ir muy bien, y tienen algunas cosas valiosas, muy valiosas. Van a tener mucho dinero y mucho éxito, y creo que se van a llevar muy bien», declaró el presidente estadounidense durante la ceremonia.
Ataques racistas contra Somalia
El miércoles, Trump arremetió duramente contra Somalia con declaraciones que alcanzan niveles inéditos de crudeza para una presidencia democrática moderna. «No tienen nada, solo van por ahí matándose unos a otros, no hay estructura», afirmó el presidente. Estos ataques se enmarcan en su campaña anti-inmigración, dirigida especialmente contra el estado de Minnesota, gobernado por el demócrata Tim Walz y representado en el Congreso por Ilhan Omar, congresista nacida en Somalia.
Trump ya había atacado anteriormente a naciones africanas, particularmente en discusiones sobre inmigración. Durante su primera presidencia, se refirió a países africanos como «agujeros de mierda», un patrón que ahora repite con renovada intensidad.
Dudas sobre el acuerdo de paz
El conflicto entre Ruanda y la República Democrática del Congo tiene raíces en tres décadas de enfrentamientos que se remontan al genocidio de 1994 durante la guerra civil ruandesa. La milicia M23, creada en 2012, controla actualmente partes del este del Congo tras establecer un gobierno paralelo. El gobierno de Kinshasa acusa a Ruanda de proporcionar apoyo material a la milicia.
La violencia continúa sin tregua. El mes pasado murieron más de 400 personas en enfrentamientos entre el M23 y el ejército congoleño con milicias aliadas, según el proyecto Armed Conflict Location & Event Data. Más de 100 grupos armados operan en el Congo, más allá de la milicia M23.
Tshisekedi y Kagame agradecieron a Trump su mediación, reconociendo su enfoque «pragmático» y comprometiéndose a un «compromiso irreversible». Sin embargo, la milicia M23 no ha mostrado intención de cumplir con las demandas de devolver las áreas controladas, desarmarse o hacer justicia a las víctimas, sin alcanzar consenso en las conversaciones de paz.
Prince Epenge, opositor congoleño, acusó al presidente congoleño de «burlarse de los cadáveres congoleños» y estar interesado únicamente en hacer negocios con Estados Unidos. «¿Cómo puede esperarse que un pueblo traumatizado, un pueblo sumergido en un océano de sangre derramada en el Congo por Ruanda, acepte que un simple trozo de papel se coloque sobre su sufrimiento?», cuestionó.
Acceso a minerales críticos
Para Estados Unidos, los acuerdos abren nuevas oportunidades de acceso a minerales críticos, esenciales para la fabricación electrónica y tecnología militar, desafiando directamente el dominio de China en este sector. La región cuenta con tantalio, estaño, tungsteno, oro, cobalto, cobre, litio y otros minerales estratégicos. China representa el 70% del mercado global de minería de tierras raras.
«Abrirán nuevas oportunidades para que EE.UU. acceda a minerales críticos y generen beneficios económicos para todos. Vamos a participar enviando algunas de nuestras empresas más grandes e importantes a los dos países. Vamos a extraer algunas de las tierras raras, extraer algunos de los activos y pagar, y todo el mundo va a ganar mucho dinero», declaró Trump. El presidente definió las tierras raras como «un elemento central de la Estrategia de Seguridad Nacional de mi administración».
«Creo que pasaron mucho tiempo matándose entre ellos, y ahora van a pasar mucho tiempo abrazándose, tomados de la mano y aprovechándose económicamente de Estados Unidos, como hacen todos los demás países», añadió Trump durante la ceremonia.
Tormenta política por crímenes de guerra
La exhibición como pacificador contrasta con la gran tormenta política en Estados Unidos por la campaña militar contra supuestas narcolanchas, envuelta en acusaciones de legalidad cuestionable y potenciales crímenes de guerra. Las sombras se concentran en el ataque del 2 de septiembre, cuando presuntamente se lanzó un segundo misil para matar a dos supervivientes.
The Washington Post reveló la semana pasada que el secretario de Defensa Pete Hegseth habría dado órdenes verbales de «matar a todos». Hegseth ha negado la información, atribuyendo la decisión al almirante Frank Bradley. El almirante Bradley testificó este jueves ante el Congreso a puerta cerrada sobre el incidente.
Nota: Este artículo fue creado con Inteligencia Artificial (IA).










